jueves, 19 de noviembre de 2009

3. Veinte gatos universitarios




En uno de mis frecuentes paseos por los senderos de la reflexión, en el parque de la imaginación que se encuentra en el corregimiento del acontecer nacional y en la provincia del anhelo de un mejor país, me encontré con un simpático personaje.


Vestía zapatillas, jeans, suéter, gorra y una mochila en su espalda. Su cuerpo estaba cubierto de pelos y resaltaban unos largos bigotes entre sus labios y su nariz. Tuve que quitarme los lentes y limpiarlos para dar crédito a lo que veía. Era un gato universitario, intrigado le busque conversación.


Para mi agrado era un gato analítico y parlanchín para la corta edad que reflejaba. Se presentó con un apretón de  manos para continuar inmediatamente a decirme su lugar de procedencia.


Hablaba, con rostro de alegría y orgullo, de las bellezas naturales, facilidades y recursos que adornaban a su querida tierra hasta que un recuerdo le hizo cambiar paulatinamente su semblante a un rostro de tristeza, frustración e impotencia. Rápidamente lo motivé a hablar al respecto.


Me contó que venía de la Universidad Estatal de su país en donde se habían suspendido las clases. Con frustración me decía no comprender como 20 gatos, de miles de gatos, de su universidad eran capaces de dañar la imagen de toda la universidad haciendo que en titulares de periódicos y televisión se dijeran "los gatos de la universidad estatal" causan disturbios y daños materiales.


Pero lo que menos comprendía era como esos miles de gatos dejaban que eso pasara años tras años en perjuicio de la mayoría.
Al final de la conversación concluimos que los 20 gatos habían comprendido algo que los otros no. Que en la organización esta la fuerza.

Lo vi retirarse cabizbajo rogando que algún día la mayoría de los gatos de su país comprendieran que no importa que tan buenos sean por separado, pues si no se unen, si no se organizan, los malos gatos siempre llevarán la ventaja porque descubrieron que juntos son mejores.

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